miércoles, 11 de noviembre de 2009

Borrando las huellas del delito

Hace ya más de un siglo que se produjo el asalto al hierro vasco, particularmente en Bizkaia. La industrialización , unida a un recién nacido "liberalismo" (vaya, me suena al rollete "capitalismo liberal" que últimamente he hecho estragos en la economía de todo el planeta) convierten la explotación tradicional minera en un "todo vale para forrarse".
Las fortunas de hoy nacen en aquel enonces: explotadores mineros, industriales, navieros, banqueros... (la situación vuelve a sonarme) y frente a ellos un montón de gente esclavizada.
A finales del siglo XX se acabó el pastel. Muchos de los que habían venido a mejora su vida vuelven prejuvilados a sus pueblos, más pobres que ricos, otros se quedan.
Es el mejor momento para deshacerse de las pruebas. De hacer que la gente se olvide.
Algunas de las huellas se las lleva el tiempo, como el cargadero de Covarón, el único de Bizkaia en mar abierto. Otras se maquillan, como los astilleros de Euskalduna, hoy convertidos en una extraña California. Las más, tapadas, con tierra como las explotaciones mineras de Triano con su flamante "campo de Golf". Próximamente, si no lo evitamos, la mina Concha II.
De ese pasado industrial, con muchos tintes de infamia, sólo quedará una cosa, algo que el tiempo no borrará, serán los bolsillos llenos de los que cometieron el expolio.

Eliminar la pasarela es eliminar las vistas al pasado

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